El plenilunio de Aries está consagrado a Cristo, al Cristo
resucitado, y por ello se le conoce como la Festividad de la Resurrección.
La resurrección es la liberación del espíritu del
condicionamiento de la materia, en el sentido del avance progresivo del
espíritu. La resurrección de la carne no es más que la liberación del espíritu
contenido en la carne o sustacia material. Resurrección es empeño y trabajo.
Resurrección supone un cambio mental de abandono de
actitudes separatistas en pro de la búsqueda de todo aquello que nos une.
Resurrección es una línea ascendente que triunfa sobre el determinismo de los
elementos y que se sutiliza poco a poco hasta llegar al punto en el que tan sólo
existe espíritu.
Resurrección es la regeneración en nosotros mismos de nuestra
fuente de vida, abandonando la crucifixión que nos impone nuestra personalidad.
Resurrección es la redención de nuestra conciencia, es la redención
psicológica que nos permita resurgir triunfantes de nuestra propia cruz, que es
nuestro destino y karma.
Sería interesante darnos cuenta que en cada pascua seguimos crucificando al Cristo en la cruz
porque seguimos atados a la inconsciencia de la tradición y de los hábitos. Seguimos ejecutando en la cruz toda nuestra esperanza y amor.
También, el sonido de resurrección pronuncia el OM sagrado invocando
a nuestra naturaleza superior, renuncia al sonido AUM propio de nuestro cuerpo
mental, nuestro cuerpo emocional y nuestro cuerpo físico.
Resurrección es el sendero de retorno a casa que emprendemos
gracias a nuestro trabajo de reorientar las fuerzas que corren hacia la
satisfacción de nuestro yo inferior en pos de actos de sacrificio y servicio
grupal, favoreciendo el Plan y Propósito divinos.
En nuestro flujo evolutivo fuimos resucitando a través de
los tres reinos inferiores: mineral, vegetal y animal. Ahora tenemos el reto de
avanzar hacia el 5º reino para el que debemos de morir a la forma si
deseamos vernos resucitados en nuestra Alma.
El inicio de la resurrección comienza, como Hércules, con el
dominio de nuestro mundo mental que nos tiene cautivos a través de expresiones
como el orgullo, la vanidad, el egoísmo y la separatividad. Este dominio mental
se consigue únicamente gracias a la perseverancia y expandiéndonos con cada
pequeño avance, con cada pequeña victoria que consigamos. Aunque como Hércules, muchas veces
nos dejaremos guiar por los viejos hábitos y tendremos que volver sobre nuestros pasos para
rehacer correctamente la tarea.
Cada año, cuando el sol entra en Aries, recibimos la
influencia del 1º y del 7º rayo.
El primer rayo supone la voluntad de iniciar, sus energías
ayudan en el proceso de resurrección destruyendo las formas de pensamiento que
suponen un obstáculo para nuestro progreso espiritual.
El séptimo rayo supone la voluntad de expresar. Se
complementa perfectamente con el primer rayo, porque si el primero destruye los
obstáculos, el séptimo favorece el servicio grupal, el orden y el ritmo, es
decir, la expansión y la liberación del hombre.
En el plenilunio de Aries podemos emplear el influjo de
estas energías para dar cobijo al nacimiento de nuevas ideas y más universales.