En Aries, Hércules logró cierto control del pensamiento. En
Tauro inició la transmutación del deseo en aspiración. En Géminis aprendió la
distinción entre conocimiento y sabiduría. En Cáncer comprendió la necesidad de
transmutar el instinto y el intelecto en intuición.
En Leo, Hércules se reconoce a sí mismo como individuo: el hombre autoconsciente. En este trabajo emprenderá su entrenamiento para la iniciación, ya que ésta es la última de las pruebas del sendero probatorio.
En el mito, este trabajo consistía en matar al León de Nemea, una fuerza destructiva que asolaba la región.
Hércules es el aspirante espiritual, es el alma que debe de suboordinar
al León de Nemea, que simboliza a la personalidad y su cuádruple naturaleza
inferior (el cuerpo mental, el cuerpo emocional, el cuerpo vital y la envoltura
física)
Es este León de Nemea, el de la personalidad humana con su
egocentrismo, sus deseos y su instinto autoprotector, el que sigue asolando la paz
en la Tierra desde las primeras civilizaciones y al que sólo los aspirantes ya evolucionados
pueden doblegar. Nuevos hombres que han surgido ya de la masa (Cáncer) y han
desarrollado su individualidad (Aries, Tauro, Géminis) y doblegan todo lo que ellos
mismos habían creado y hasta el momento había sido su refugio protector.
Por ese motivo, Hércules inicia la búsqueda del León
abandonando las armas y argucias que hasta ahora le habían servido, para hacer valer
su propia experiencia de vida. De hecho, en su primer encuentro con el León
emplea su arco y flechas pero estas rebotan en el León: la personalidad no
puede ser subordinada desde la propia personalidad.
Hércules encuentra de nuevo al León en una cueva de dos
aberturas.
Esta cueva de dos aberturas simboliza a nuestro cuerpo
mental con un extremo en su aspecto superior y el otro en el inferior. La raza
aria actualmente se debate en esta cueva en la que la personalidad tiene su
guarida. El aspirante espiritual debe de acceder a esta cueva bloqueando su
aspecto inferior para poder así sacrificar su personalidad y someterla a la
mente universal.
Es ésta una liza interior, que como el mito de Hércules, no
es visible externamente y del que se surge victoriosamente cubierto con la piel
del León de Nemea.
Esta piel de León que cubre al discípulo indica que la
personalidad no es aniquilada sino sometida al dictado superior del alma.
Abatir nuestro Léon de Nemea supone eliminar los obstáculos
que impiden nuestro despertar espiritual.
Alma Betania
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