lunes, 25 de junio de 2018

Cáncer: interpretación del trabajo de Hércules

Cuarto trabajo de Hércules en Cáncer
Sebastiano Conca: Hércules coronado por la Fama
El cuarto trabajo asignado a Hércules, bajo el signo de Cáncer, consistía en una prueba aparentemente de bastante simplicidad, pero que interiormente iba a exigirle mucha rectitud en su capacidad de elección. El cuarto trabajo pretende despertar en el aspirante espiritual la capacidad de elegir desde su centro más inclusivo, el corazón.
Hércules debía de capturar la Cierva de Cerinia y trasladarla al templo del Dios Sol. Nada más iniciar su búsqueda, las diosas Artemisa y Diana reclamaron para sí la propiedad de la cierva. Todo un año le llevó la búsqueda de la cierva a Hércules, pues durante ese tiempo cada una de las diosas le engañaba para frustrar su búsqueda. Finalmente encontró a la cierva durmiendo junto a un estanque tranquilo, sobre hierba no hollada. Hércules lanzó una flecha a las patas de la cierva con el fin de inmovilizarla. Y de esta forma, pudo recoger y sostener a la cierva en sus brazos, cerca de su corazón para llevarla al templo.
Durante el trayecto, Hércules alardeó que después de arduos esfuerzos, la cierva le pertenecía por mérito propio. Por ello, el Dios Sol le anunció que la cierva siempre había sido suya y que permanecía desde toda la eternidad en el centro sagrado del santuario, que era su morada como lo era también la de todos los hijos de Dios.
La caza de la cierva, en la tradición mística, simboliza la persecución de la sabiduría. Etimológicamente “cierva” significa aquello que debe ser capturado, poseyendo un carácter esquivo y difícil de aprisionar.
La Cierva de Cerinia poseía cuernos de oro y patas de bronce.  Las patas de bronce de la cierva evocan un significado ambivalente: el bronce, por el hecho de ser sagrado y residir en las patas mantiene a la sabiduría alejada del mundo profano; pero por otro lado y  por el hecho de ser pesado, le somete a la tierra.
El cuerno posee el sentido de eminencia, de elevación, de poder, pero también de regeneración. El oro, considerado como el más precioso de los metales, es un símbolo de todo aquello que posee máximo valor o que resulta más difícil de conseguir. Los cuernos de oro, por su ramificación y color dorado simbolizan el Árbol de la Vida.
Si a través del Árbol del Conocimiento (o árbol de la ciencia del bien y del mal), mediante la mente, el hombre accedió a su individualidad y a experimentar la dualidad de la forma, a través del Árbol de la Vida, mediante la sabiduría, el hombre accederá a su divinidad y a experimentar la unicidad del ser.
Por otro lado, Artemisa simboliza al carácter instintivo del hombre (la forma) y Diana simboliza a su intelecto (mente). En la tradición greco-romana, Artemisa y Diana son la misma diosa. De esta forma, ambas diosas están aludiendo al aspecto Kama-Manas del hombre, es decir, a la combinación de dos principios: Kama (deseo) y Manas (mente). Tanto desde el instinto (Artemisa) como desde el intelecto (Diana) se reclama para sí el origen de la sabiduría, y por ello, pondrán todo tipo de trabas para impedir que el aspirante espiritual encuentre la verdadera y única sabiduría, aquella que se alcanza exclusivamente a través de la intuición y del servicio.
La forma aporta adaptabilidad e instinto, la mente aporta conocimientos, pero únicamente a través del corazón puede alcanzarse la sabiduría. El germen de la sabiduría está en todos nosotros, y por ello, no podemos apropiarnos de la sabiduría, no tiene carácter exclusivo o personal (referente a la personalidad) tiene carácter divino y universal. Así el sabio no se siente mejor que el resto, se siente uno con todos y con el Todo.
LA MENTE CONDICIONA, EL CORAZÓN SABE, EL CONOCIMIENTO ES UN PASO, LA SABIDURÍA ES LA LIBERACIÓN.
El aspirante, cuando logra abrir su corazón al devenir de la vida, logra que fluya la sabiduría de la intuición, simbólicamente como Hércules cuando abraza la cierva cerca de su corazón.
A la sabiduría no se llega por la vía del esfuerzo, porque detrás del esfuerzo hay siempre temor, hay desolación, hay miedo constante. Hay que afrontar la inseguridad que produce la nada, porque cuando dejamos la mente completamente en manos de Dios, Dios llena esta mente vacía con la plenitud de sus ideas, de sus intenciones, y esto es realmente la Intuición.
Aún así, el aspirante espiritual que ha recibido ya alguna ráfaga de sabiduría, puede descuidar que el centro de su vida sigue gravitando en torno a su personalidad y, como Hércules,  por todos los esfuerzos y sufrimientos acaecidos en su devenir, puede creerse merecedor de la ansiada sabiduría.
El camino a la sabiduría viene expresado en el mito mediante un exquisito simbolismo: el discípulo alcanza la sabiduría cuando consigue aquietar el deseo (la tranquilidad del estanque junto al cual reposa la cierva), trascender la ilusión (la gama descansa más allá de la realidad reflejada en las aguas tranquilas del estanque) y anular el control de la mente (la cierva durmiendo).
Por último, el discípulo alcanza la sabiduría en una dimensión nueva y desconocida hasta ahora para él (la cierva descansa sobre hierba no hollada anteriormente).
En Cáncer se abre la puerta al aspirante a desarrollar su capacidad de vivir completamente desde la sabiduría.

Josep Gonzalbo



Referencias:

sábado, 2 de junio de 2018

Géminis: interpretación del trabajo de Hércules

Trabajo de Hércules en Géminis
El tercer trabajo encomendado a Hércules consistía en encontrar el árbol sagrado, el árbol de la sabiduría en el que crecían manzanas de oro que conferían la inmortalidad.
Es muy importante reseñar que el significado de este trabajo y su enseñanza va dirigida a “todos los hijos de los hombres, quienes se saben que son asimismo los hijos de Dios”. Es decir, este trabajo está especialmente dirigido a todos los aspirantes espirituales y discípulos en probación. Y es así porque los seres que están en esta etapa ya han iniciado un despertar, una comprensión de sí mismo originado en la mente (Aries) y que se sucede en el plano emocional (Tauro) pero que ha de consumarse en el plano físico de la realización (Géminis).
Dicho de otra forma: aquellos que han comenzado a hollar el sendero espiritual, que poseen anhelos de bondad y de deseos de descubrir la verdad, deben de lograr manifestar toda esa aspiración en el plano físico, objetivarla en la experiencia.
“EL CONOCIMIENTO ES LA BÚSQUEDA DE SIGNIFICADO POR LA PERSONALIDAD, MIENTRAS QUE LA SABIDURÍA ES LA OMNISCIENCIA DEL CONOCIMIENTO SINTÉTICO DEL ALMA”
Alcanzar las manzanas de oro de las Hespérides supone iluminar con sabiduría nuestras adversidades en el plano físico, en el plano de la relación y de la interacción.
Posiblemente, todos aquellos que nos sabemos orientados en la vida espiritual nos hemos sentido en alguna vez identificados con esa búsqueda espiritual de Hércules en el inicio de este tercer trabajo. Una búsqueda que, a veces vehemente, está guiada por el deseo espiritual, sano y positivo, pero deseo. Un deseo que también hemos de añadir a nuestra lista de conquistas a alcanzar. Un deseo espiritual que, como el resto de deseos, tan sólo puede transmutarse mediante el olvido de sí mismo y la orientación hacia el servicio.
En este sentido, el mito de Hércules en Géminis nos muestra un viaje arquetípico, aquel que todo héroe, toda aquella heroína, ha de recorrer en este signo. Un viaje en el que ha de concretarse en el plano físico lo aprendido en las pruebas de Aries y Tauro.
Hércules realiza un recorrido en cinco etapas en las que a través de fracasos y aciertos va progresando en ese camino hacia la sabiduría, el árbol de las manzanas de oro.
Como no le fue revelado el lugar donde se encontraba el árbol, decidió dirigirse al norte, como una alusión a la búsqueda de lo más elevado en su yo.
Pero como por más que buscó no obtuvo más que desánimo, el Maestro decidió enviar al discípulo Nereo para ayudarle en su búsqueda.

Primera prueba: Nereo acude en la ayuda de Hércules.
Aprendizaje: Prestar atención a los mensajes procedentes de nuestra Alma o Yo Superior o del Maestro.

Nereo era conocido por su veracidad y virtud. Nereo representa a nuestro Yo Superior.
Una de sus cualidades era que, a pesar de encarnar la verdad, nunca se mostraba tal cual era. Se le mostraba a Hércules de forma confusa y no directa. Hércules cautivo del frenesí de su deseo espiritual, no llega a reconocer a Nereo y por tanto su ayuda no es percibida, acaba desatendida.
Cuántas veces en nuestras vidas hemos rechazado sin saberlo la ayuda que nos ha prestado un desconocido, la persona más querida, un conflicto, una enfermedad, etc. y hemos seguido lamentándonos de nuestra dicha.
La verdad se encuentra en cada una de las cosas que nos acontece, pero como no se ajustan a nuestras expectativas, solemos desatenderlas e ignorarlas. Imploramos ayuda, pero la tenemos delante de nosotros.
Hércules fracasa en esta primera prueba.

Segunda prueba: Lucha con Anteo la serpiente.
Aprendizaje: Trascender los espejismos astrales, trascender el deseo emocional.

Ante el fracaso en el norte, Hércules decide buscar el árbol en el sur. Podríamos considerar que el sur representa la personalidad. Allí es donde busca.
En el sur se encuentra con Anteo, la serpiente. Anteo era hijo de Poseidón, dios de los mares y de Gea, diosa de la Tierra.
Hércules cree que tras la serpiente debe de encontrarse el árbol, pero por más que lucha, Anteo le vence una y otra vez en todas las ocasiones.
En una de las luchas, Hércules alza a Anteo en el aire y le vence. Es decir que la serpiente era invencible si estaba en contacto con la tierra (Gea, su madre).
En el trascurso de nuestras vidas nos dejamos atrapar por el fragor de los conflictos que se nos presentan: discusiones con familiares, compañeros de trabajo, amigos, etc. Conflictos que nos afectan y nos vencen día a día. Quién no se ha sentido triste, desolado o afectado por algún conflicto. Somos pues atrapados por la gravitación de la materia.
De la misma forma, también muchos de nosotros hemos comprobado que elevando estos conflictos, es decir, viéndolos desde una perspectiva diferente, más elevada espiritualmente, más profunda, más desapegada, los vencemos y el malestar y la disputa se diluyen.
A pesar del fracaso inicial, Hércules logra vencer a Anteo.

Tercera prueba: Vencer el engaño de Busiris.
Aprendizaje: Trascender los espejismos mentales, trascender el deseo de conocimiento por la personalidad.

Después de su búqueda infructuosa en el norte y en el sur, Hércules se dirige al oeste, donde se encuentra con Busiris, hijo de las aguas “el Gran Engañador” que como relata el mito, conducía a los hombres al error a través de palabras de aparente sabiduría. Él afirmaba conocer la verdad y, con rapidez, las personas ávidas de conocimiento caían. Empleaba convincentes palabras como:
“Yo soy el maestro. A mí me ha sido dado el conocimiento de la verdad y debéis hacer sacrificio por mí. Acepten el camino de la vida a través mío. Yo sé, pero nadie más. Mi verdad es justa. Cualquier otra razón es errada y falsa. Escuchen mis palabras; permanezcan conmigo y serán salvos”
Como Hércules aún se guiaba bajo irreflexivos impulsos, cayó fácilmente presa del engaño de Busiris, y así fue olvidando progresivamente la tarea que le había sido encomendada.
En el sendero espiritual todos y todas hemos conocido personas con ese poder persuasivo, adalides de la verdad y de la santidad. No obstante, el quid de la cuestión no radica en la existencia o no de estas personalidades si no en nuestra capacidad de descubrirlas, comprenderlas y trascenderlas.
El mito relata que Hércules estuvo más de un año preso de la ilusión de Busiris y que un día, intentando liberarse de este yugo, recordó algunas de las palabras de Nereo, al cual había ignorado anteriormente:
“La verdad está en ti mismo. En ti hay un poder, una fuerza que yace allí, el poder que es la herencia de todos los hijos de los hombres que son los hijos de Dios”.
Esta reorientación -aprender a escuchar nuestro Yo Superior- le permitió librarse de la ilusión y superar la tercera prueba.

Cuarta prueba: Liberar a Prometeo del sufrimiento.
Aprendizaje: Desprenderse de los deseos de nuestro ego inferior y ayudar a la humanidad a trascender el sufrimiento causado por el deseo.

De la experiencia anterior Hércules demuestra un cambio de orientación en su andadura. De esta forma, cuando oye unos gritos desgarradores de sufrimiento, se preguntó si debía seguir persiguiendo su meta o debía ocuparse de la persona que sufría. Hércules abandona la búsqueda del árbol y corre a socorrer.
Se encuentra con Prometeo, el cual, castigado por Zeus. La cruel pena consistía en morir cada día por el picoteo de los buitres en su hígado (que simboliza el plexo solar, centro de lo deseos) , renaciendo al día siguiente para volver a sufrir la misma desdicha de manera eterna. De acuerdo con la mitología clásica, Prometeo había sido condenado a morir de esta forma porque había entregado el fuego de los dioses (el fuego de la mente, del conocimiento) a los hombres, lo cual les confirió su facultad mental y, por ende, su individualidad.
Es decir, que simbólicamente Hércules abandona su propia búsqueda de la sabiduría para ayudar a los hombres a liberarlos del sufrimiento que les ocasiona el deseo, el cual les mata poco a poco, día a día.
Cuando hollamos el sendero espiritual nos encontramos a menudo con deberes que, aparentemente nos impiden realizar el denominado “trabajo espiritual”. Muchas veces decidimos cumplir con el trabajo espiritual y dejamos que el otro espere, pero en verdad no existe ningún trabajo que no sea espiritual. Eso es lo que tenemos que aprender, de lo contrario, debido a nuestro hacer las cosas excesivamente inclinados hacia un lado, somos arrastrados excesivamente hacia el otro con el tiempo. Tenemos que asumir lo que nos toca y trabajar con ello.
En este sentido, cuando Hércules libera a Prometeo, comprobamos que al fin su búsqueda deja de ser impulsiva, deja de guiarse por su plexo solar y pasa a gobernarse por su Yo Superior, por su alma.

Quinta prueba: Soportar la carga de Atlas.
Aprendizaje: El verdadero propósito es el servicio.

Hércules prosigue su búsqueda en todas direcciones sin encontrar el paradero del árbol sagrado. El mito nos relata que oyó el rumor de un peregrino que le indicó la ubicación del árbol.
Podría decirse que es la primera indicación que Hércules recibe, después de todo su periplo, lo cual nos recuerda la máxima:
“CUANDO EL DISCÍPULO ESTÁ PREPARADO ENTONCES APARECE EL MAESTRO”
Gracias a la indicación del peregrino, que representa a la intuición, Hércules retoma el camino y rápidamente otea en la lejanía el árbol.
Y vislumbrando su meta, Hércules se encuentra con el titán Atlas sosteniendo la carga del mundo a sus espaldas y con rostro de pleno de sufrimiento. Y a pesar de que Atlas no imploraba ayuda, Hércules olvida la inmediatez de la recompensa de su esfuerzo por el alcance inmediato del árbol y se presta sin condiciones a soportar la carga del titán.
Al recibir la pesada carga, ésta desapareció y Hércules se vió de repente libre.
El verdadero discípulo, como Hércules, lleva el peso y no pone su peso sobre las espaldas de los demás. La otra parte de la enseñanza nos la proporciona el propio Atlas, el cual, a pesar de ser era un gran iniciado, sostenía la carga de su responsabilidad sin queja alguna.
El mito sigue relatando que posteriormente Hércules se encontró de nuevo de frente a Atlas, procurándole acceso directo al árbol sin la necesidad de vencer al dragón de 100 cabezas, como se le había advertido incialmente. Una vez allí, junto al árbol, tres doncellas sostenían las manzanas para entregárselas personalmente Hércules.
Las tres doncellas eran las hijas de Atlas, llamadas las Hespérides.
Alcanzar la sabiduría supone experimentar las tres cualidades del alma: Inteligencia, Amor y Voluntad.
Las hespérides, o tres cualidades del alma, entregan una a una las manzanas a Hércules, acompañándola de una frase clave:
  • Eglé, que significaba brillo o esplendor y simboliza la Inteligencia, le dijo a Hércules al entregarle una manzana:
    El Camino hacia nosotras está siempre marcado por el servicio. Actos de amor son hitos en el Camino
  • Erytheia, la que cuida la puerta, el alma, que está siempre abierta por Amor, le dio una manzana, y en su costado, con luz, estaba escrita la dorada palabra Servicio. “Recuerda esto“, dijo, “no lo olvides”.
  • Hesperis, la estrella vespertina, la estrella de la iniciación que representa la Voluntad, le dijo con claridad y amor:
    Sal y sirve, y anda por el camino de todos los servidores del mundo, de aquí en adelante y por siempre jamás“.
Muchos hombres y mujeres se han preocupado por su campo de servicio, y como Hércules, se muestran impacientes y ansiosos por ello. Como Hércules, la impaciencia humana limita nuestro campo de acción y encubre nuestro campo de servicio.
La era de Piscis se caracterizó por una vida de sacrificio en pos de la propia realización. En la actual era de Acuario pues, ya no hay que buscar la propia realización, sino el servicio.
En el campo de servicio adquiriremos la Paz, la verdadera meta de todo discípulo en esta nueva era, no la de la realización, no de la perfección ante el Maestro.
Finalmente, Hércules retorna las manzanas a las Hespérides con el objeto de que, de la misma forma, puedan ayudarnos a todos nosotros a encontrar nuestro camino a la sabiduría.
Josep Gonzalbo



Referencias:
  • Alice Bailey (1974). Los trabajos de Hércules, una interpretación astrológica. Madrid. Editorial Luis Cárcamo.
  • Torkom Saraydarian (2005). Sinfonía del Zodíaco. Buenos Aires. Editorial Kier. ISBN: 950-17-0324-X
  • José Trigueirinho Netto (2006). Hora de crecer interiormente. El mito de Hércules, hoy. Buenos Aires. Editorial Kier. ISBN: 950-17-0157-3
  • Sri K. Parvathi Kumar (1999). Hércules. El Hombre y el Símbolo. Barcelona. Ediciones Dhanishtha. ISBN: 84-88011-40-7
  • Francisco-Manuel Nácher. Los doce trabajos de Hércules. Libro digital.