Hércules ha de capturar al toro y llevarlo a tierras
sagradas:
“Cruzando el océano hacia la soleada isla, Hércules emprendió su tarea
de buscar y encontrar al toro, y conducirlo al Lugar Sagrado donde moran los
hombres de un solo ojo.”
Según el mito, la isla de Creta también poseía el laberinto
donde estaba recluído el minotauro, hijo del mismo toro sagrado que ha de
rescatar Hércules:
“En el horizonte se levantaba la hermosa isla donde moraba el toro, y
donde hombres arrojados podrían entrar en ese vasto laberinto que los atraía
hasta el aturdimiento, el laberinto de Minos, Rey de Creta, el guardián del
toro.”
Los laberintos simbolizan la ilusión, por lo que podemos decir que una parte del aspirante ya se encontraba presa de la quimera y, como consecuencia, aturdido, confundido y enredado. El toro es una animal temperamental, pleno de energía incontrolada, de ceguera en su avance, de resistencia a los cambios. Es el estado propio de los seres erróneamente orientados y egoístamente polarizados hacia la satisfacción del deseo en el mundo de la forma y, por ello, subyugados a la Ley de la Atracción.
Este trabajo encarna la misión de reenfocar los deseos inferiores del hombre, tratando constantemente de satisfacer su personalidad.
Este reenfoque, esta liberación de la Ley de Atracción se consigue gracias al
proceso de transmutación del deseo en aspiración, ascendiendo el deseo del
aspecto forma de la vida hacia el plano intuicional. O lo que es lo mismo, sustituyendo
progresivamente la satisfacción en los deseos materiales por el deseo de
valores espirituales.
El signo de Tauro rige el cuello y la glándula tiroides, la región del centro
laríngeo. La transmutación del deseo en aspiración debe de elevar la energía
del centro sacro (Svadhistana) a este
centro laríngeo (Visuddha) mediante
el correcto uso de la palabra.
Así pues, este trabajo se ha de iniciar capturando y
dominado al “toro del deseo” en todas las partes de “nuestro yo separado”. Para
ello, Hércules se guía por una luz:
“De un lugar a otro persiguió al toro, guiado por la
fulgurante estrella que brillaba sobre la frente del toro, una brillante
lámpara en un sitio oscuro. Esta luz, moviéndose a medida que el
toro se movía, lo conducía de un lugar a otro.”
Esta fulgurante estrella en la frente del toro simboliza la estrella Aldebarán de la Constelación de Tauro. Es conocida como “el ojo del Toro”, iluminadora del camino aún en plena oscuridad, disipadora del espejismo y de la ilusión y guía del alma.
Por analogía puede afirmarse que la visión del hombre también ha de responder a esta luz cósmica para encontrar el camino de regreso a tierras sagradas. La ceguera del deseo debe dar lugar a la visión, para enfocar la Verdad y disipar los espejismos.
No es de extrañar pues que la nota clave del signo de Tauro
sea:
“Yo veo y cuando el ojo esta
abierto todo se ilumina”.
También, en el Nuevo Testamento, leemos que Cristo dijo:
“Si tu ojo es uno, todo tu cuerpo
estará lleno de luz”.
Volviendo al mito de Hércules, a continuación leemos:
“Solo, buscaba al toro; solo lo perseguía hasta la guarida; solo lo
capturó y montó sobre su lomo.”
Hay que resaltar que el toro no es matado, es decir, el trabajo correcto no consiste en eliminar la naturaleza emocional de la materia. Hércules guía al toro como si fuese un caballo, bajo su control y a su servicio:
“… solo
lo capturó y montó sobre su lomo … Él condujo al toro como si éste fuera un caballo”
Montar un animal en los mitos antiguos significa control. El
discípulo ha de gobernar su naturaleza emocional para ennoblecerla y
glorificarla para conseguir su correcta función: ser un medio de expresión para
el Alma.
El toro es guiado a través de las aguas, desde la isla
separada hacia tierra firme. Y una vez en tierra firme, Hércules entrega el
toro del deseo a tres cíclopes.
El cíclope representa al Iniciado de un solo ojo. Los tres cíclopes encarnan los tres aspectos aspectos de la divinidad o de la Tríada espiritual:
El cíclope representa al Iniciado de un solo ojo. Los tres cíclopes encarnan los tres aspectos aspectos de la divinidad o de la Tríada espiritual:
- Brontes, significa trueno, el primer aspecto de Dios, el Padre o la Voluntad Superior
- Esteropes, significa relámpago o luz, es el segundo aspecto de Dios, el Hijo o la Intuición
- Arges, significa actividad remolineante, es el tercer aspecto de Dios, El Espíritu Santo o la Mente Superior
- Brontes, la Cruz Cardinal o la Cruz del Padre, que rige la manifestación de la Mónada. Es la Cruz de la Trascendencia: la vida de la personalidad, la vida de la forma y la vida planetaria, ya no controlan, el hombre se libera
- Esteropes, la Cruz Fija o la Cruz del Hijo de Dios, que rige, que rige la manifestación del Alma, es la Cruz de la Transmutación. El deseo se transforma en aspiración y el egoísmo en altruismo
- Arges, la Cruz Mutable o la Cruz del Espíritu Santo, que rige la manifestación de la personalidad o yo-inferior. La Cruz de la Experiencia mutable y adquirida. Lugar de la acción y de la reacción, del control kármico y de la respuesta a los impactos que conducen el despertar de la conciencia.
Alma Betania