sábado, 3 de mayo de 2014

Significado del trabajo en Tauro

Si como se ha comentado, Hércules personifica el Alma, en el segundo trabajo en Tauro, el toro sagrado de la isla de Creta simboliza a la personalidad humana o al aspirante espiritual rodeado de agua, de las aguas de las emociones, de los impulsos y de los instintos. Al estar en la isla, el toro, es decir, el aspirante o el discípulo, se haya separado de la tierra firme, separado de su Yo Sagrado.

Hércules ha de capturar al toro y llevarlo a tierras sagradas:
Cruzando el océano hacia la soleada isla, Hércules emprendió su tarea de buscar y encontrar al toro, y conducirlo al Lugar Sagrado donde moran los hombres de un solo ojo.”

Según el mito, la isla de Creta también poseía el laberinto donde estaba recluído el minotauro, hijo del mismo toro sagrado que ha de rescatar Hércules:
“En el horizonte se levantaba la hermosa isla donde moraba el toro, y donde hombres arrojados podrían entrar en ese vasto laberinto que los atraía hasta el aturdimiento, el laberinto de Minos, Rey de Creta, el guardián del toro.”

Los laberintos simbolizan la ilusión, por lo que podemos decir que una parte del aspirante ya se encontraba presa de la quimera y, como consecuencia, aturdido, confundido y enredado. El toro es una animal temperamental, pleno de energía incontrolada, de ceguera en su avance, de resistencia a los cambios. Es el estado propio de los seres erróneamente orientados y egoístamente polarizados hacia la satisfacción del deseo en el mundo de la forma y, por ello, subyugados a la Ley de la Atracción.

Este trabajo encarna la misión de reenfocar los deseos inferiores del hombre, tratando constantemente de satisfacer su personalidad. 
Este reenfoque, esta liberación de la Ley de Atracción se consigue gracias al proceso de transmutación del deseo en aspiración, ascendiendo el deseo del aspecto forma de la vida hacia el plano intuicional. O lo que es lo mismo, sustituyendo progresivamente la satisfacción en los deseos materiales por el deseo de valores espirituales.
El signo de Tauro rige el cuello y la glándula tiroides, la región del centro laríngeo. La transmutación del deseo en aspiración debe de elevar la energía del centro sacro (Svadhistana) a este centro laríngeo (Visuddha) mediante el correcto uso de la palabra.

Así pues, este trabajo se ha de iniciar capturando y dominado al “toro del deseo” en todas las partes de “nuestro yo separado”. Para ello, Hércules se guía por una luz:
De un lugar a otro persiguió al toro, guiado por la fulgurante estrella que brillaba sobre la frente del toro, una brillante lámpara en un sitio oscuro. Esta luz, moviéndose a medida que el toro se movía, lo conducía de un lugar a otro.”

Esta fulgurante estrella en la frente del toro simboliza la estrella Aldebarán de la Constelación de Tauro. Es conocida como “el ojo del Toro”, iluminadora del camino aún en plena oscuridad, disipadora del espejismo y de la ilusión y guía del alma.
Por analogía puede afirmarse que la visión del hombre también ha de responder a esta luz cósmica para encontrar el camino de regreso a tierras sagradas. La ceguera del deseo debe dar lugar a la visión, para enfocar la Verdad y disipar los espejismos.
No es de extrañar pues que la nota clave del signo de Tauro sea:
“Yo veo y cuando el ojo esta abierto todo se ilumina”.

También, en el Nuevo Testamento, leemos que Cristo dijo:
“Si tu ojo es uno, todo tu cuerpo estará lleno de luz”.

Volviendo al mito de Hércules, a continuación leemos:
“Solo, buscaba al toro; solo lo perseguía hasta la guarida; solo lo capturó y montó sobre su lomo.”

Hay que resaltar que el toro no es matado, es decir, el trabajo correcto no consiste en eliminar la naturaleza emocional de la materia. Hércules guía al toro como si fuese un caballo, bajo su control y a su servicio:
 “… solo lo capturó y montó sobre su lomo … Él condujo al toro como si éste fuera un caballo
 
Montar un animal en los mitos antiguos significa control. El discípulo ha de gobernar su naturaleza emocional para ennoblecerla y glorificarla para conseguir su correcta función: ser un medio de expresión para el Alma.

El toro es guiado a través de las aguas, desde la isla separada hacia tierra firme. Y una vez en tierra firme, Hércules entrega el toro del deseo a tres cíclopes.
El cíclope representa al Iniciado de un solo ojo. Los tres cíclopes encarnan los tres aspectos aspectos de la divinidad o de la Tríada espiritual:
  • Brontes, significa trueno,  el primer aspecto de Dios, el Padre o la Voluntad Superior
  • Esteropes, significa relámpago o luz, es el segundo aspecto de Dios, el Hijo o la Intuición
  • Arges, significa actividad remolineante, es el tercer aspecto de Dios, El Espíritu Santo o la Mente Superior
Pero también podemos sugerir que los tres cíclopes aúnan las tres cruces:
  • Brontes, la Cruz Cardinal o la Cruz del Padre, que rige la manifestación de la Mónada. Es la Cruz de la Trascendencia: la vida de la personalidad, la vida de la forma y la vida planetaria, ya no controlan, el hombre se libera
  • Esteropes, la Cruz Fija o la Cruz del Hijo de Dios, que rige, que rige la manifestación del Alma, es la Cruz de la Transmutación. El deseo se transforma en aspiración y el egoísmo en altruismo
  • Arges, la Cruz Mutable o la Cruz del Espíritu Santo, que rige la manifestación de la personalidad o yo-inferior. La Cruz de la Experiencia mutable y adquirida. Lugar de la acción y de la reacción, del control kármico y de la respuesta a los impactos que conducen el despertar de la conciencia.
Por último, el mito hace referencia tanto al cántico de las siete hermanas como al de los cíclopes. Estos cánticos pueden interpretarse como el uso perfecto de la palabra, simbolizando que la transmutación del deseo en aspiración ha concluído con éxito.

Alma Betania